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Bienvenida al blog sobre música española

Aquí hablaremos sobre actualidad e historia de la música española desde los 80.

Años 80

¿Dónde estabas tú en los 80? Seguro que alguna de estas canciones marcaron tu infancia.

Años 90

Aquí eramos un poco más mayores. La generación millenial y algunas canciones que siguen sonando hoy en día.

lunes, 11 de diciembre de 2017

50 años de la muerte de Otis Redding

El 10 de diciembre de 1967, el bimotor Beechcraft H18 de Otis Redding se estrelló en el lago Monona, en Wisconsin. Solo uno de los pasajeros sobrevivió. Las terribles fotos del rescate del cuerpo de Otis, un gigante todavía atado a su asiento, alentaron malsanas teorías conspirativas: había beneficiarios dado que todo lo que grabó para Stax se convirtió en oro. Universalmente, se sintió la frustración de verle desaparecer en la cima de sus poderes, con 26 años, interrumpiendo su proyecto de crecimiento artístico y autonomía profesional.


Foto: Michael Ochs (Archives El País)

El avión facilitaba los desplazamientos de un artista que dejaba su base regional (el Sur de Estados Unidos) para atender a una demanda nacional. Aparte de comprar un rancho para su familia, Redding acababa de fundar una discográfica y una editorial, para lanzar a sus protegidos y cultivar repertorio nuevo. Según algunos, se le subió el éxito a la cabeza: “Ese negro ya no cabe en sus zapatos”, decían. Pero el Beechcraft tenía sentido incluso en términos simbólicos: Otis venía de una familia proletaria. Sabía que debía aprovechar la oportunidad: los artistas de soul trabajaban en el duro circuito chitlin’, por cachés modestos; Redding confiaba en establecerse en el mercado del rock, donde el trato y el dinero eran superiores.

No busquen motivos raciales o políticos: era una sensata decisión empresarial. Otis desarrolló su carrera en Stax, discográfica de Memphis cuyos dueños (blancos) fueron desplumados impunemente por los listillos neoyorquinos (blancos) de Atlantic Records. El truco consistía, debió de pensar, en esquivar a los tiburones de cualquier color.

En marzo de 1966, los artistas de Stax giraron por Europa y los Beatles enviaron sus limusinas a recoger a los visitantes sureños en el aeropuerto de Heathrow. Al mes siguiente, Otis incendió el Whisky A Go Go, el club más cool de Los Ángeles. Hubo muchos famosos entre los asistentes, incluyendo a Jim Morrison, cuyos Doors despedirían a Otis con el tema Runnin’ blue.

En 1967, Redding alcanzó una apoteosis en el Monterey Pop Festival. Venciendo sus reticencias —“¿qué es eso de actuar gratis”— arrasó ante el naciente movimiento hippy. Hasta se permitió una broma particular: “Esta es la multitud del amor, ¿verdad?”. En su Georgia natal, los conflictos no se resolvían con flores sino con negociaciones tácitas y, en último caso, a tiros.

El viaje a California le permitió parar unos días, alojado en un barco-vivienda en la bahía de San Francisco. Allí escuchó el disco Sgt. Pepper, de los Beatles; no era su música pero entendió que existían otras maneras de trabajar en el estudio. Sometido a un calendario implacable de bolos, Otis grababa deprisa y corriendo. Su tercer elepé, Otis blue, se hizo en poco más de 24 horas, con una parada para que la banda de acompañamiento actuara, como hacía cada noche, en un local de Memphis.

Carecía de pretensiones de artista. Sus elepés sumaban canciones propias, hits recientes, algún blues y —casi siempre— una composición de su idolatrado Sam Cooke. Si veía interesantes ideas ajenas, se las apropiaba: King & Queen, el chispeante álbum con Carla Thomas, ofrecía la traslación rural de los pulcros duetos de Marvin Gaye con diferentes compañeras del sello Motown.

Otis no tenía una voz tan cremosa como la de Cooke pero sabía sacarla provecho jugando con el fraseo y la dinámica. Si atacaba una balada, aumentaba paulatinamente la intensidad hasta llegar a una verdadera catarsis. En los temas rápidos, funcionaba como el equivalente de un lanzallamas. Asimilaba cualquier canción con facilidad: no había escuchado Satisfaction hasta que su mano derecha, el guitarrista Steve Cropper, le sugirió probarla. Era evidente la afinidad: los autores, Mick Jagger y Keith Richards, se resistieron inicialmente a editarla como single ya que se trataba de un ejercicio de estilo, la aproximación rollinstoniana al contundente sonido Stax.

No le valía cualquier cosa: Bob Dylan le llevó un adelanto de Just Like a Woman y Otis pilló enseguida el concepto. Sin embargo, cuando se enfrentó a la letra, se le atragantó el verso que mencionaba las anfetaminas. Como cualquier veterano de la carretera, conocía el speed pero su nombre oficial no le sonaba musical.

Otis sabía que necesitaba componer más. Solo o asociado a colegas, ya había facturado joyas como These Arms of Mine, I’ve Been Loving you Too Long o Respect (que rebotó, en forma de exigencia feminista, en la majestuosa voz de Aretha Franklin). En California le brotó una canción melancólica que luego remataría Steve Cropper, (Sittin' on) the Dock of the Bay.

En realidad, no se trataba de una ruptura tan radical: recordaba otra pieza introspectiva suya, Cigarettes and Coffee. La letra, eso sí, destapa el estado emocional de un trotamundos, cansado pero empeñado en mantener un rumbo propio. Entre olas y gaviotas, pasa revista a sus vivencias y se despide silbando, sin imaginar que se acababa su tiempo.

FUENTE: El País (https://elpais.com/cultura/2017/12/09/actualidad/1512821722_738194.html)

Francia despide a Johnny Hallyday

Como el de Victor Hugo el 1 de junio de 1885, el ataúd de Johnny Hallyday descendió este sábado por los Campos Elíseos desde el Arco del Triunfo ante decenas de miles de personas congregadas para despedir a un ídolo en el que millones de franceses se reconocían. Hallyday ni fue un gran escritor, no tuvo un papel político destacado —era un hombre reservado y más bien complaciente con el poder, amigos de varios presidentes— y ni siquiera fue un creador especialmente original, sino más bien un intérprete de la música americana de su tiempo.

Foto: Benoit Tessier (Reuters)


Pero, como pudo comprobarse en el homenaje popular en París, que culminó con una misa en la Iglesia de la Madeleine, Johnny, como le llamaban, tocó una fibra especial en Francia, estableció una conexión única con este país más allá de sus divisiones ideológicas, económicas y geográficas.
La muerte el miércoles de Jean-Philippe Smet —el nombre original de aquel muchacho de origen belga fascinado por Elvis y Estados Unidos que a su manera cumplió el sueño francés— ha sido momento de duelo nacional, y de hipérbole. Será enterrado en la isla antillana de San Bartolomé. Tenía 74 años.

La comparación del homenaje fúnebre con la muerte de Victor Hugo, una de las figuras mayúsculas de las letras francesas y universales, no es gratuita. Por el escenario —los majestuosos Campos Elíseos, acompañado, en el caso de Johnny, por medio millar de moteros en Harley Davidson— y por la capacidad del difunto de movilizar tanto a los franceses de a pie como a las autoridades del país.
A la espera de la llegada de la comitiva, frente a la Madeleine, la banda de Johnny interpretó su repertorio sin la voz. Tres de los cinco presidentes vivos —el actual, Emmanuel Macron, y sus antecesores inmediatos, Nicolas Sarkozy y François Hollande— asistieron a la ceremonia. Macron glosó la vida de Johnny Hallyday como “un destino francés”, el de un hombre que “diez veces se reinventó”, una “fuerza que va, como decía Victor Hugo”, es decir, que empuja, enérgica e imparable hasta el final.

Alexandre Farez, pintor en el sector de la construcción de 35 años, y Dominique Baudeau, albañil jubilado de 62, se subieron a su motocicleta a primera hora de la mañana y recorrieron las dos horas y media de ruta entre la provincia de Turena, donde viven, y París. El cielo lucía azul y el termómetro marcaba cinco grados. A Farez y Baudeau, próximamente yerno y suegro, les une además la pasión por Johnny. Farez vio a Johnny unas 30 veces en concierto, la primera cuando tenía 18 años, la última hace dos. Baudeau, unas 15, la primera a los 14 años.

"Se me puso la piel de gallina, el corazón me latía fuere, yo temblaba", recuerda Baudeau. Casi como ahora. "Era un mito, un monumento. Forma parte de nuestra vida. Lo escuchaban mis abuelos, mis padres y después yo me identifiqué con sus canciones", dice Farez. No ha olvidado el día, después de un concierto, en que Johnny le dio la mano. "Tenía un lado humano, siempre muy cercano al público".

No existen las unanimidades completas. En la despedida de Johnny Hallyday se han escuchado voces que cuestionan los excesos. El desfile por los Campos Elíseos: no sólo como Hugo, también como las tropas francesas el 14 de julio o el presidente de la República el día de su investidura. O la ceremonia en la Madeleine frente a los máximos representantes del Estado, mezclados con la familia —su esposa Laetitia, sus exesposas Sylvie Vartan y Nathalie Baye— actores, músicos y celebridades.
“Exageramos un poco, ¿no?”, escribe Laurent Joffrin, director del diario progresista Libération. “Imitador de genio que suscitaba imitadores pero que lo era él mismo, camaleón de gran talento, maestro de la escena, menos original en la creación, vividor que gastaba su dinero sin contarlo, salvo cuando se trataba de cumplir con los impuestos, de los que tenía un concepto exótico”.

“La ambigüedad de las ceremonias demasiado grandiosas”, titula el columnista literario Jacques de Saint-Victor en el diario conservador Le Figaro. Saint-Victor, citando al historiador Pierre Nora y la serie de libros que este coordinó sobre los “lugares de la memoria” en Francia, habla de “acontecimientos-monstruo” que ilustran “lo maravilloso en las sociedad democrática”, los restos de “lo sagrado que se ha laicizado, que no desaparece, incluso en las sociedades más secularizadas, y que resume las prioridades del régimen”. Acontecimientos como la muerte de un cantante famoso crean identidad, pueden ayudar a cohesionar la nación.

Johnny, dijo Macron en su discurso a las puertas de la Madeleine ante la multitud de fans y los allegados, “atravesó el tiempo, las épocas, las generaciones y todo lo que divide a la sociedad”. “Y es por eso que estamos aquí, y también es por eso por lo que hablo ante ustedes", añadió. "Porque somos una nación que expresa su reconocimiento. Porque somos un pueblo unido en torno a uno de sus hijos pródigos. Y, como él amaba Francia, como amaba a su público, a Johnny le hubiera gustado verles hoy aquí”.

FUENTE: El País (https://elpais.com/cultura/2017/12/09/actualidad/1512824450_747266.html)

Salvador Sobral, trasplantado con éxito del corazón

El cantante portugués Salvador Sobral, vencedor del último festival de Eurovisión, fue sometido con éxito este viernes a un trasplante de corazón en el hospital Santa Cruz de Lisboa y evoluciona "muy bien" tras la intervención, según el equipo médico que le operó.



Foto: Cordon Press

El jefe del equipo médico que le intervino, Miguel Abecassis, ha explicado este sábado en rueda de prensa que Sobral está ingresado en la unidad de cuidados intensivos del centro y que se está recuperando "bien". Abecassis ha asegurado que el cantante está "muy animado" y que, aunque el proceso de recuperación será largo, confían en que pueda volver a tener una vida "completamente normal".

El cantante, de 27 años, ingresó el pasado septiembre en el hospital y se encontraba a la espera de un órgano compatible para poder someterse a un trasplante. Cuando supo que al fin iba a ser intervenido, el cantante deseó buena suerte a su médico y le pidió que pusiese música clásica, ha desvelado este sábado el cirujano.

Las primeras palabras que pronunció tras despertarse después de la operación fueron de agradecimiento a todo el equipo médico, ha informado la cadena portuguesa TVI. En rueda de prensa, los doctores que le tratan informaron de que no es posible hacer una previsión de cuánto tiempo va a estar ingresado, aunque afirmaron que esperan que pueda regresar a los escenarios "lo antes posible".

En los últimos meses, Sobral se ha mantenido al margen de los rumores y noticias aparecidos en la prensa portuguesa y extranjera sobre su salud y apenas ha dado detalles sobre su situación. En septiembre, anunció que se retiraba temporalmente de los escenarios debido a su "frágil salud" y dio un último concierto en Estoril, a unos 30 kilómetros de Lisboa, tras un verano repleto de actuaciones con el aforo completo.

La empresa Fado in a Box, que representa al cantante, emitió un comunicado a finales de octubre criticando con dureza los artículos "falsos" que se han publicado sobre Sobral y pidió que se respete su vida privada.

FUENTE: El País (https://elpais.com/cultura/2017/12/09/actualidad/1512843780_237062.html)

Centenario del nacimiento de Violeta Parra

Aunque seguramente abominaría del adjetivo, a su modo era una artista bohemia, que se contentaba con sacar lo suficiente para alimentar a su prole y adquirir el material para sus artesanías. Tenía, eso sí, la astucia necesaria para engatusar a los periodistas chilenos, convirtiendo sus bolos en un tugurio parisino en el titular mágico: “Violeta Parra triunfa en París”.


En realidad, sus primeros viajes a Europa la sitúan como integrante de la embajada chilena a dos ediciones del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, eventos multitudinarios montados por el Partido Comunista. La expedición se desplazaba en barco y, cuando paraba en algún puerto, Violeta salía a ganarse unas monedas cantando en la calle (lo hizo en Vigo, para consternación de su hijo Ángel).


 
En el primer viaje ocurrió una tragedia que refleja el talante férreo de Violeta. Ya había concluido el Festival cuando llegaron noticias de Chile: Rosa Clara, su hija menor, acababa de morir. Ella decidió no volver. No regresaría hasta pasados dos años: los Parra eran una tribu extensa y confiaba en que se ocuparían de los vivos.

No era insensible y dejó constancia de su dolor en las autobiográficas Décimas. Pero su objetivo consistía en difundir el folclor de su país y a eso se consagró. Por su cuenta, había recorrido Chile recogiendo canciones, primero con lápiz y papel, a partir de un momento con una pesada grabadora…que a veces se revelaba inútil, dada la ausencia de electricidad en muchos rincones.
Urgía atrapar aquel tesoro popular antes de que desaparecieran “los viejitos”. Se estaba recuperando el folclor pero en los medios primaba una visión risueña de la vida rural, pura armonía entre labradores y terratenientes; no había testimonio de las masacres con que el glorioso Ejército Nacional solía resolver las huelgas.

De forma natural, la folclorista fue sumando canciones propias. Podían ser denuncias indignadas –Arauco tiene una pena, Qué dirá el Santo Padre, Y arriba quemando el sol- o reflexiones universales como Volver a los 17 o Gracias a la vida. Era estricta respecto a las formas musicales: abroncaba a sus hijos si cantaban las milongas del argentino Atahualpa Yupanqui. Ella, que en sus inicios, cultivó la canción española, bajo el apodo de Violeta de Mayo…

Finalmente, todo lo que pensamos alrededor de Violeta pasa por su suicidio, en 1967, con 49 años. ¿Mal de amores? Digamos que no tenía dificultades para hacerse con los sucesivos objetos de sus deseos, generalmente hombres bastante más jóvenes que ella, en teoría preparados para soportar sus celos, sus cambios de carácter, su testarudez.

Su último gran proyecto se llamó la Carpa de la Reina. Estaban de moda los boliches donde se interpretaba música folclórica y canción de autor; sus mismos hijos triunfaban con la Peña de los Parra. Ella quiso imitarlos a lo grande, montando una carpa de circo en una zona desangelada. No funcionó. Tras un fin de semana con el local vacío, se disparó un tiro. Nunca se ha hecho pública la carta de despedida.

FUENTE: El País (https://elpais.com/cultura/2017/12/10/actualidad/1512927861_336561.html) 

lunes, 4 de diciembre de 2017

Años 70

A grandes rasgos, la música rock en la década del 70 comenzó en forma desgraciada con la muerte de Jimi Hendrix y Janis Joplin, dos símbolos de la generación de los 60, que mueren a causa de sobredosis. En lo musical, la experimentación hippie y psicodélica de los 60 dio paso a un género mucho más pomposo y enrevesado: el rock sinfónico



Sus principales exponentes -y también los más exitosos- fueron Yes, Genesis y Pink Floyd, quienes se cansaron de vender millones de discos y llenar estadios. En líneas generales, el rock más puro seguía dominado por The Rolling Stones y The Who, quienes se vieron favorecidos por la separación de Los Beatles. En tanto, bandas como Led Zeppelin, Black Sabbath y Deep Purple fueron los puntales de lo que luego se llamó heavy metal, un género que iba a marcar una época años después.

En los primeros 70, además, el glam rock y la actitud andrógina de talentos como David Bowie y T-Rex iban a hacer las delicias de miles de seguidores. Y aquí comenzó toda una puesta mucho más teatral, mostrando que el rock además de acordes era un espectáculo integral: así, Alice Cooper y Kiss se adueñaron de los mejores shows de la época, y luego serían influencia para muchisímas bandas -y aun hoy lo siguen siendo-.

A partir de la segunda mitad de la década, un género proveniente de los suburbios neoyorquinos irrumpe para devolverle esa cuota de rebeldía que el rock y la música de los 70 había perdido: se trata del punk, una música mucho más minimalista y rápida que la practicada hasta el momento: sus principales exponentes fueron Ramones en Estados Unidos y en Inglaterra los Sex Pistols y The Clash.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Años 90

En los años 90 continúa el aumento del número de grupos de pop, a los que se suman, a finales de la década y principios de la siguiente todos aquellos cantantes que surgen del fenómeno Operación Triunfo en televisión.

  • Alejandro Sanz
  • Ronaldos
  • Presuntos Implicados
  • Juan Perro
  • Jarabe de Palo
  • Héroes del Silencio
  • Estopa
  • Celtas Cortos
  • Ketama
  • Mago de Oz
  • Marta Sánchez

Años 80

La música en español de los años 80’, se caracteriza por la incorporación de instrumentos eléctricos (mayormente teclados, en primer plano) y por la fuerte presencia de géneros musicales como el Rock y el Pop.













En diversos países de Latinoamérica, gracias a la influencia del punk rock americano, hubo una fuerte explosión musical que derivó en el nacimiento del rock español, cuyo éxito fue de la mano de grandes bandas y artistas como:
  • Soda Stereo
  • Hombres G
  • Virus
  • Los Violadores
  • Héroes del Silencio
  • GIT
  • La Unión
  • Enanitos Verdes
  • Kenny y Los Eléctricos
  • Sumo
  • Serú Girán
  • Carlos Santana
  • León Gieco
  • Raúl Porchetto
  • Caifanes
  • Miguel Mateos
  • Los Redonditos de Ricota
  • Duncan Dhu
  • Arena Hash
  • Rio
Por su parte, el pop español, tuvo una fuerte influencia del new wave europeo y del punk inglés, lo que se tradujo en una separación del pop-rock tal como era conocido, para dar surgimiento al género pop por excelencia.

Cabe destacar, que a pesar del intenso surgimiento del rock y el pop en español a lo largo de los años 80’, la música romántica en sus diferentes estilos como balada, salsa, bachata y merengue, mantuvo su espacio y peso inamovible.
 
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